miércoles, 4 de octubre de 2017

ACTIVIDAD 5: VISITA A LA BIBLIOTECA


A continuación tenéis diferentes fragmentos pertenecientes al libro de Cuentos Completos de Carmen Martín Gaite. Os dividiréis en 6 grupos, y cada grupo elegirá un fragmento. Cuando vayamos a la biblioteca municipal tendréis que localizar el fragmento que os haya tocado y, a continuación, haréis una justificación de dicho fragmento: a qué cuento pertenece, cuándo fue escrito, de qué tema trata, etc.

Fragmentos:

"Esta tarde me he pasado por la taberna para charlar un rato con Luis. Estaba muy alarmado con lo que dicen los periódicos franceses. Me lo ha estado leyendo. Parece ser que pronto tendremos una guerra, mejor dicho, la guerra, esa que siempre tiene que venir cuando hace unos años que se ha acabado la anterior. Estaba él solo sentado en la banqueta de siempre. Se ha alegrado de verme y hemos bebido una botella de vino. Luis ha hablado de la guerra todo el tiempo, de las tragedias y calamidades de los japoneses. Me ha dado vergüenza contar lo de mi empleo, y no he dicho nada. No tengo conciencia de haber estado obligado a hacer una cosa precisa en mi primer día de libertad. No he pensado. No he decidido nada."

"- Abuelo, dice papá que yo no me case, siempre me está diciendo eso. ¿Será verdad que no me voy a casar? ¿Tú que dices?

- Claro que te casarás.
- Pues él dice que yo he nacido para estar libre.
- Nunca está uno libre, el que no está atado a algo, no vive. Y tu padre lo sabe. Quiere ser él tu atadura, eso es lo que pasa, pero no lo conseguirá.
- Sí lo consigue. Yo le quiero más que a nadie.
- Pero no es eso, Alina. Con él puedes romper, y romperás. Las verdaderas ataduras son las que uno escoge, las que se busca y se pone uno solo, pudiendo no tenerlas. 
Alina, aunque no lo entendió del todo, recordó durante mucho tiempo esta conversación."

"Se había acostumbrado, sobre todo, a sentir que a su nombre se le iban desgastando las esquinas como un viejo canto rodado.
- Manzano, pásame esos expedientes.
- Manzano, llame al Banco Central.
Manzano, Manzano, Manzano... Eran como de fantasmas aquellas voces que le perseguían y danzaban siempre alrededor de él. Y detrás de las voces se enganchaba el ruido de los pasos, el tecleteo de las máquinas, el timbre del teléfono, que no paraba nunca de sonar. Algún día, de pronto, él sentía deseos de escapar. Imagina el silencio de alguna calle lateral, muy solitaria, por donde había pasado un domingo por la tarde, y sólo con acordarse creía descansar."

"De pronto el pulso corre más deprisa. Enfrente, al otro lado de la calle, un hombre se ha parado delante del escaparate de la mantequería. Un hombre pequeñito, sin abrigo. Juan se incorpora en la cama y contiene el aliento. Las burbujas brillantes con risa de diablo le resbalan al hombre por la espalda; tiene los hombros estrechos, la cabeza pequeña y aquel mismo gesto desamparado. Juan clava sus ojos húmedos y ansiosos en esta figura, acechando su más leve movimiento. ¿Será él...? No se vuelve... Se parece; si le pudiera ver la cara. A lo mejor se va; a lo mejor no lo va a distinguir bien desde aquí arriba..."

"Francisco andaba inquieto, como náufrago, entre las conversaciones de los demás, alcanzando por todas, sin poder aislarse de ellas, pendiente de cuándo le tocaría meter baza. Y, aunque no le tocara, se sabía presente, cogido. Y le parecía que era sufrir la mayor coacción darse por alistado y obligado a resistir en medio de conversaciones que ni le consolaban ni le concernían, no ser capaz de desentenderse de aquellas palabras de su entorno. Hasta que descubrió que todo el misterio estaba en los ojos. Se escuchaba por los ojos; solamente los ojos le comprometían a uno seguir escuchando."

"El botones está muy excitado y se siente un héroe de verdad por primera vez en su vida. Tiene catorce años y en este balneario se aburre de muerte. Vaya una ocasión. No es que vaya a decir que no le da un poco de miedo, pero no piensa pedir ayuda a nadie. Va a entrar él solo, solito, a sorprender al desalmado. Como no conteste ahora, vaya si entra.
- Señorita Matilde..., señorita..."

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